
‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.
La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’ (Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1 Pe 4, 7).
La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida.

En educación es fundamental la prudencia. El educador debe ser prudente y formar en la prudencia, que recordemos no es el "tener cuidado, no meterse en líos...". Al contrario, una persona prudente debe ser audaz, valiente para defender la Verdad y adherirse al Bien.
Para saber más leer el Catecismo de la Iglesia Católica
2 comentarios:
Muy interesante, ¿podrían publicar también algo sobre las demás virtudes cardinales?
Así lo iremos haciendo poco a poco. Gracias por el interés.
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