Las Virtudes Cardinales (I) La Prudencia

De todas las virtudes, hay cuatro que desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura. La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’ (Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1 Pe 4, 7).
La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida.
Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
En educación es fundamental la prudencia. El educador debe ser prudente y formar en la prudencia, que recordemos no es el "tener cuidado, no meterse en líos...". Al contrario, una persona prudente debe ser audaz, valiente para defender la Verdad y adherirse al Bien.
Para saber más leer el Catecismo de la Iglesia Católica

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante, ¿podrían publicar también algo sobre las demás virtudes cardinales?

Instituto Santo Tomás dijo...

Así lo iremos haciendo poco a poco. Gracias por el interés.